¿Toro de Osborne o Toro de España?
Hoy vamos a hablar de cuernos. Pero no de unos cuernos cualesquiera, sino de los más famosos de toda España. Pero vayamos por partes.
Todos estamos al tanto de la existencia de marcas genéricas que se convierten en nombres de productos por ser pioneras en su mercado. Aquí se enmarcan míticas marcas como Kleenex, Tippex, Maizena, Albal o Bimbo (esta última ni siquiera me la corrige el Word). Sin embargo, esto no siempre es algo favorable, ya que se corre el riesgo de una pérdida de exclusividad a largo plazo.
Esto puede llegar a ser una desventaja para la marca pero, al fin y al cabo, todo el mundo sabe a qué nos referimos cuando mandamos a alguien a comprar pan Bimbo del Mercadona o un Tupperware del chino.
El verdadero problema llega en el momento en que, aquello que realmente representa la marca, pasa a formar parte de algo mucho más grande.
¿Cuántas veces habéis visto esta silueta a lo largo y ancho del país?
Posiblemente muchas más de las que podáis recordar. Como ya decíamos al inicio de la entrada, puede que sea el símbolo más famoso a nivel tanto nacional como internacional.
Pero, ¿qué ocurre realmente con este emblema tan español? Gran parte de la población española no conoce realmente el origen de este toro que nos acompaña en nuestros viajes por carretera. Son muchos los que la consideran a día de hoy la verdadera “Marca España” sin saber que este negro y metálico toro ha acompañado a la portuense marca Osborne desde 1956.
Si bien a las marcas anteriormente nombradas les persigue una pérdida de exclusividad sin remedio, a este pobre torito se le ha venido encima una completa pérdida de su verdadera identidad, pasando de formar parte de Bodegas Osborne a representar a todo un país, siendo propiedad cultural e histórica de sus habitantes y visitantes.
¿Cómo lo ha solucionado la marca? De manera muy hábil, convirtiendo el símbolo en producto final. En 2009 Osborne moderniza su identidad de manos de la Agencia de Branding Morillas y amplía su línea de negocio a través de la marca Toro de Osborne, que pone a disposición del usuario todo tipo de artículos customizados con el famoso Toro español.
De esta forma la marca soluciona un problema de identidad, dando la vuelta a las tornas y convirtiendo en beneficio el prestigio y el vasto conocimiento de un animal de metal sin nombre que formaba parte de la vida y el recuerdo de todo un país desde hace más de medio siglo.
No sabemos si volverá a ser Toro de Osborne o seguirá siendo el Toro de España, lo que sí es seguro es que, al menos, sus legítimos dueños podrán beneficiarse de la fama que ellos mismos consiguieron que tuviera desde que colocaran la primera valla en nuestras carreteras.
Tras ver todo esto y comunicativamente hablando, ¿es un error utilizar un signo tan popular como identidad corporativa? ¿En qué momento nuestra imagen deja de representar a nuestra marca? ¿Qué pensáis vosotros sobre este famoso emblema?